lunes, 27 de mayo de 2013

MADRES DE ANTES

MADRES DE ANTES

      Madre, las verdaderas inspiradoras de  estos relatos

       Madres, con mayúscula, que fueron; que nos dieron la vida, el alma de nuestra infancia, guiaron nuestra juventud y que son el ejemplo a seguir en nuestra madurez. Algunas que ya no  se encuentran entre nosotros, Madres no olviden a los hijos que por aquí aún andan. Pero no hay que ponerse tristes por haberla perdido, hay que dar gracias por haberla tenido. Orgulloso pues de ella, como las de ahora y las de mañana, pero singulares por cuanto eran de otro lugar y tiempo. Aquellas madres de entonces, tan… ¡Tan peculiares!

          Lo primero describirlas con sus eternos y coloridos vestidos floreados, pelo con simbas o recogido en moño con aquellos pañuelo cubriendo su canosa cabellera.

           Aquéllas sí eran esclavas y su jornada comenzaba con las gallinas; con el gallo el hombre se levantaba para dar de comer a los animales e irse al campo pero ya ellas le tenían preparado el desayuno; no si antes, haber limpiado la hornilla y sacado las cenizas para encender nuevas brasas. Al tiempo que echaba un bocado mientras ella le preparaba el tapeque. Al tiempo que marchaba ya empezaba su ir y venir por la casa: poner a cocer la emnegresida olla para preparar el almuerzo; echar mano de la escoba de malba para el patio y  barrer todo el patio, levantar a los hijos para en un santiamén marchen a la escuela, y el turno de volver a ordenar  camas y cuartos, sacudiendo las sabanas o vaciar banillas… hasta que la veías dispuesta a salir con los sus atadijos de ropa al curichi, el pauro o la zanja. se las veías trajinar yendo y viniendo portando pesos en la cabeza, presumiendo de  equilibrio y cuanto más carga más orgullosas. Me parece verlas aún, con el pañuelo cubriéndose de las censas paleta en mano mientras huele a chive tostandose,  el calor de aquella plancha conteniendo aquellas brasas para tener listas la mudada dominguera

         Presumiendo de sus dotes de ser la mejor  panadera  con la “masá” semanal, la pastelera que con sus dulces creaciones  que anunciaban celebración a la vista: bautizo, comunión, semana santa, o la fiesta del pueblo,etc.

          Mujeres hechas y derechas en mil detalles. Desde niñas aprendían a coser y  bordar para así ir elaborando sus propias prendas de vestir. Buenas aprendizas  de sus propias madres cuando no, desde muy temprano, sus suplentes  cuidando de sus hermanos y de los que aceres de la casa.  Ardua carrera, en tiempos difíciles y sin estudios  pues la escuela era muy difícil ya que las faenas eran lo primero y hasta se esperaba su ayuda en el campo. Sembrar,carpir, cosechar…

          Amas de casa  que cuidaban de su hombre y la casa, sus labores que como decía nunca se acababan. Y encima, la responsable última de aquellas familias y su relación con el vecindario en el que los niños les daban los problemas. Aquellas regañinas  y verla sacar la chinela o el chicote justiciero (pedro moreno) o  con el sermón de que habías de hacerte un hombre de provecho

           Eran las dueñas en un mundo en que parecía que los hombres mandaban pero no, sólo eran los ayudantes. Del padre recibíamos los apellidos, permisos oficiales y  apodos pero a la callada eran ellas las que manejaban las casas y las continuadoras de las costumbres familiares más ancestrales:  recetas de la abuela; valiosas ropas,  joyas de los tatarabuelos y maneras de hacer tradicionales: Jabón casero, queso y requesón, conservas… ¡Cómo toda la vida, decían!

          La mejores curanderas y entendidas en males, echando mano de aquel saco-botiquín (curioso aparato para guardar acarrear cualquier cosa ); cataplasmas y remedios magistrales en una natural medicina: purgantes y ricinas, caldo de gallina, friegas y baños e ungüentos varios… Cada una se especializaba y servía a otro, fuera de comadrona,  componer huesos, y dar diagnósticos…Muy malito tenías que estar para  tener que recurrir al médico o enfermero

         Hasta el ocio los aprovechaban como ningunas y es que entre tanta trabajo, aún tenían tiempo para darle a las agujas y confeccionar chompas y sabanas con el ganchillo… Incansables y duras manos, recuerdo como cojían los tizones sin quemarse, que nunca paraban a los sones de la radio de turno

            Mientras sus nietos las abrazaban, adorando a sus figuras, repasando lo mucho que aprendieron de ellas de echar mano de la fe para ir a misa, la humildad en la creencia de los actos; de sus cariños a la gente el ser abierto y educado; de  los parabienes con el recién llegado el ser hospitalario; de sus remiendos el aprovechamiento de las cosas… ¡La lista es interminable!

              Aquellas madres pasarían a la historia siendo las eternas calladas. En procesiones y misa aparte, en las celebraciones aparte; Siempre a la espera de un mañana lleno de sombras, entre maridos que se iban   al trabajo  Llegadas al merecido retiro, perdían esposos  y se quedaban en aquellas casas llenas de recuerdos; solas, esperando vernos volver a casa por Navidad

              Nuestras madres nos abrieron las puertas pero sólo nuestra voz hará que se mantengan abiertas de par en par. lanzo estas palabras al viento para que sus hijas nietas, biznietas y todos los que vengan detrás sepan,  quienes fueron y el gran esfuerzo que pusieron en la crianza de sus hijos en unos tiempos difíciles...

Desde aquí un abrazo muy fuerte estés donde estés abuela Abigail aun sigues viva entre nosotros y un saludo en su dia a todas la madres que forjaron nuestra niñez