MADRES DE ANTES
Madre, las verdaderas
inspiradoras de estos relatos
Madres, con mayúscula, que fueron; que nos dieron la vida, el alma de
nuestra infancia, guiaron nuestra juventud y que son el ejemplo a seguir en
nuestra madurez. Algunas que ya no se
encuentran entre nosotros, Madres no olviden a los hijos que por aquí aún
andan. Pero no hay que ponerse tristes por haberla perdido, hay que dar gracias
por haberla tenido. Orgulloso pues de ella, como las de ahora y las de
mañana, pero singulares por cuanto eran de otro lugar y tiempo. Aquellas madres
de entonces, tan… ¡Tan peculiares!
Lo
primero describirlas con sus eternos y coloridos vestidos floreados, pelo
con simbas o recogido en moño con aquellos pañuelo cubriendo su canosa
cabellera.
Aquéllas sí eran esclavas y su jornada comenzaba con las gallinas;
con el gallo el hombre se levantaba para dar de comer a los animales e irse al
campo pero ya ellas le tenían preparado el desayuno; no si antes, haber
limpiado la hornilla y sacado las cenizas para encender nuevas brasas. Al
tiempo que echaba un bocado mientras ella le preparaba el tapeque. Al tiempo
que marchaba ya empezaba su ir y venir por la casa: poner a cocer la
emnegresida olla para preparar el almuerzo; echar mano de la escoba de malba
para el patio y barrer todo el patio, levantar a los hijos para en un
santiamén marchen a la escuela, y el turno de volver a ordenar camas y
cuartos, sacudiendo las sabanas o vaciar banillas… hasta que la veías dispuesta
a salir con los sus atadijos de ropa al curichi, el pauro o la zanja. se
las veías trajinar yendo y viniendo portando pesos en la cabeza, presumiendo
de equilibrio y cuanto más carga más orgullosas. Me parece verlas aún,
con el pañuelo cubriéndose de las censas paleta en mano mientras huele a chive tostandose, el calor de aquella plancha conteniendo aquellas brasas para
tener listas la mudada dominguera
Presumiendo de sus dotes de ser la mejor
panadera con la “masá” semanal, la pastelera que con sus dulces
creaciones que anunciaban celebración a la vista: bautizo, comunión,
semana santa, o la fiesta del pueblo,etc.
Mujeres hechas y derechas en mil detalles. Desde niñas aprendían
a coser y bordar para así ir elaborando sus propias prendas de vestir.
Buenas aprendizas de sus propias madres cuando no, desde muy temprano,
sus suplentes cuidando de sus hermanos y de los que aceres de la
casa. Ardua carrera, en tiempos difíciles y sin estudios pues la
escuela era muy difícil ya que las faenas eran lo primero y hasta se esperaba
su ayuda en el campo. Sembrar,carpir, cosechar…
Amas de casa que cuidaban de su hombre y la casa, sus labores que como
decía nunca se acababan. Y encima, la responsable última de aquellas familias y
su relación con el vecindario en el que los niños les daban los problemas.
Aquellas regañinas y verla sacar la
chinela o el chicote justiciero (pedro moreno) o con el sermón de que habías de hacerte un
hombre de provecho
Eran las dueñas en un mundo en que parecía que los hombres mandaban pero no,
sólo eran los ayudantes. Del padre recibíamos los apellidos, permisos oficiales
y apodos pero a la callada eran ellas las que manejaban las casas y las
continuadoras de las costumbres familiares más ancestrales: recetas de la abuela; valiosas ropas,
joyas de los tatarabuelos y maneras de hacer tradicionales: Jabón casero, queso
y requesón, conservas… ¡Cómo toda la vida, decían!
La
mejores curanderas y entendidas en males, echando mano de aquel saco-botiquín
(curioso aparato para guardar acarrear cualquier cosa ); cataplasmas y remedios
magistrales en una natural medicina: purgantes y ricinas, caldo de gallina,
friegas y baños e ungüentos varios… Cada una se especializaba y servía a otro,
fuera de comadrona, componer huesos, y dar diagnósticos…Muy malito tenías
que estar para tener que recurrir al médico o enfermero
Hasta el
ocio los aprovechaban como ningunas y es que entre tanta trabajo, aún tenían
tiempo para darle a las agujas y confeccionar chompas y sabanas con el
ganchillo… Incansables y duras manos, recuerdo como cojían los tizones sin
quemarse, que nunca paraban a los sones de la radio de turno
Mientras sus nietos las abrazaban, adorando a sus figuras, repasando lo mucho
que aprendieron de ellas de echar mano de la fe para ir a misa, la humildad en
la creencia de los actos; de sus cariños a la gente el ser abierto y educado;
de los parabienes con el recién llegado el ser hospitalario; de sus
remiendos el aprovechamiento de las cosas… ¡La lista es interminable!
Aquellas madres pasarían a la historia siendo las eternas calladas. En
procesiones y misa aparte, en las celebraciones aparte; Siempre a la espera de
un mañana lleno de sombras, entre maridos que se iban al
trabajo Llegadas al merecido retiro,
perdían esposos y se quedaban en aquellas casas llenas de recuerdos;
solas, esperando vernos volver a casa por Navidad
Nuestras madres nos abrieron las puertas pero sólo nuestra voz hará que se
mantengan abiertas de par en par. lanzo estas palabras al viento para que sus
hijas nietas, biznietas y todos los que vengan detrás sepan, quienes
fueron y el gran esfuerzo que pusieron en la crianza de sus hijos en unos
tiempos difíciles...
Desde aquí un abrazo muy fuerte estés donde estés abuela
Abigail aun sigues viva entre nosotros y un saludo en su dia a todas la madres
que forjaron nuestra niñez
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